Son las nuevas terapias de cambio y tratamiento. Surgidas de la terapia de conducta, con la mayor eficacia demostrada, incorporan las mejores, por útiles, técnicas de la historia de la psicología tomadas de todas las terapias y añaden aportaciones innovadoras y creativas totalmente nuevas que se están demostrando eficaces cada día.
Se utilizan así enfoques de la terapia existencial (sentido de la vida y trascendencia), técnicas de terapias orientales de la filosofía zen (mindfulness o meditación), técnicas experienciales de la terapia humanista experiencial y gestalt (focalización sensorial, escucha de los mensajes del cuerpo aquí y ahora), aspectos y conceptos de la terapia psicoanalítica (tratamiento de la conducta en consulta y su equivalencia con la conducta en la vida, y, por supuesto, los conocimientos y el análisis funcional de la conducta (función y objetivo de la acción y las consecuencias obtenidas del entorno o contexto) de la terapia y conocimiento conductual.
Utilizo la estructura de la Terapia de aceptación y compromiso, la terapia más prometedora e innovadora en la actualidad con utilidad demostrada en numerosos trastornos. Se basa en un enfoque orientado a la acción dirigida a aquello que valoramos realmente en nuestra vida, independientemente del malestar que sintamos. Modifica radicalmente la forma de proponer el cambio. Sus técnicas consiguen que veamos nuestros pensamientos, sentimientos y emociones como contenidos de nuestra conciencia (yo como contexto), mediante procesos de defusión cognitiva que nos proporcionan flexibilidad en nuestra forma de pensar y actuar (yo como observador) y que, independientemente del malestar que sintamos, dirijamos nuestro comportamiento en dirección a nuestros valores, lo que deseamos, y que la terapia nos ayuda a clarificar.
Su mayor innovación consiste en incorporar los valores que queremos en nuestra vida, nuestras metas como dirección a la que queremos ir. No se centra en eliminar síntomas de malestar ni en cambiar pensamientos, lo que, por otra parte (intentar cambiarlos), solo consigue aumentarlos y empeorarlos. Los cambios vendrán de dirigir nuestras acciones a lo que nos importa, consiguiendo una vida que merezca la pena ser vivida. No solo aporta soluciones a los problemas, sino que enriquece la vida entera del consultante.
La Terapia analítico funcional se basa en la equivalencia entre el comportamiento en la consulta y su correspondencia en la vida del consultante. Esta terapia se está incorporando frecuentemente en muchos enfoques terapéuticos, dada su enorme utilidad. Consigue el cambio mediante el análisis de lo que ocurre en la consulta, y logra que el consultante entienda y explique por qué se comporta como lo hace y por qué se relaciona así en su vida, aprendiendo nuevas formas de vivir y de afrontar los problemas por la acción en consulta y su generalización en la vida real.
Fomenta la expresión emocional y de nuestras necesidades, fortalece nuestro concepto del “yo” y aprendemos a mejorar nuestras relaciones.
La Terapia de activación conductual está demostrando ser la más efectiva para tratar la depresión y otras alteraciones de los estados de ánimo. Se basa en “activar” al consultante para que actúe y se dirija a lo que le importa, obteniendo de esta forma la satisfacción y autoestima que reforzarán el comportamiento que le hará salir de la inacción y malestar de su situación depresiva. La depresión es una situación en la que vive el consultante, no una enfermedad contraída o un defecto en el cerebro que algunos modelos médicos nos transmiten.