La Conciencia Plena, también llamada Mindfulness o Atención plena, es la posibilidad de ser consciente de los contenidos de la mente momento a momento, que se consigue prestando atención al instante presente sin juzgar nada de lo que ocurre.
En el ámbito profesional se trata de una conciencia no valorativa, centrada en el presente, donde cada experiencia, pensamiento, emoción o sensación es reconocida, aceptada como es, contemplada con interés tal y como aparece.
No tiene que ver con algunas aplicaciones y conceptos de la religión budista como promueven conscientemente o por desconocimiento algunas personas.
Los eventos privados, pensamientos, emociones y sensaciones son observados, sin identificarse con ellos ni reaccionar de forma automática.
Se atiende de forma no valorativa, con curiosidad, aceptación, paciencia y desapego, sin necesidad de control.
Los principales fundamentos de la conciencia plena son:
No juzgar: Se testigo imparcial momento a momento
Paciencia: Dejar que las cosas sucedan a su tiempo
Mente de principiante: Ver las cosas como si fuera la primera vez
Confianza: En uno mismo y en la vida para ver que todo tiene su propio ritmo
No esforzarse: Desvincularse de metas y no forzar nada
Ceder: Dejar ir sin aferrarse a pensamientos ni otros eventos de la mente.
Los beneficios más reconocidos son:
El cultivo de la atención sostenida y la capacidad inhibitoria de las funciones ejecutivas del cerebro.
La desactivación del análisis racional y el descanso de la mente.
La mejora del afecto positivo, reducción de la presión arterial y teóricamente la mejora del sistema inmune al reducir los niveles de cortisol por el descenso del estrés.
El autoconocimiento de los procesos mentales propios.
Mejora y potencia el uso de estrategias de regulación emocional.
Reduce la reactividad emocional.
Incrementa la conciencia corporal.
Puede tener contraindicaciones que pocas veces se tienen en cuenta cuando quién lo recomienda no tiene formación suficiente:
Personas con problemas obsesivos: Estas personas pueden meterse en un bucle sin fin de autoanálisis que agrava el problema de pensamiento circular que tienen.
Personas con ansiedad y depresión: Si antes no se les enseña técnicas que estabilicen la activación excesiva o el bajo ánimo. No es estrictamente necesario, pero si conveniente.
Personas con problemas psicóticos: A las que es necesario explicar convenientemente lo que puede ocurrir y en su caso que podrían hacer y siempre con la presencia de un profesional de la salud mental. No obstante, para las personas con enfermedad mental grave, la conciencia plena supervisada por un psicólogo puede ser de una enorme ayuda, como demuestra la terapia de aceptación y compromiso para este tipo de problemas.
Todo el mundo en general si no entienden que está técnica no consiste en analizarlo todo para conocerse y que su mejor uso es precisamente no aferrarse a nada, dejar ir. De lo contrario pueden caer en una autoobservación y autorreferencia exagerada, que ya es uno de los principales problemas de nuestro tiempo.
Entre los beneficios más aplicados en psicología está el fomento de la postura del “yo observador” y conseguir así la defusión cognitiva, que consiste en dejar pasar los pensamientos y emociones sin quedarnos fusionados con ellos, es decir, sin creérnoslos, verlos como lo que son, meros contenidos de la mente.
Como técnica complementaria se utiliza en programas terapéuticos para tratar el estrés, la depresión, la gestión de las emociones. Siempre teniendo en cuenta que es una técnica, no un tratamiento por sí mismo, ni un remedio que sirve para todo problema.
La mayoría de los programas serios basados en Conciencia plena para tratar problemas psicológicos y emocionales, incluso enfermedad mental grave, o utilizados para la gestión del estrés o el fomento de la inteligencia emocional, utilizan tratamientos cognitivo-conductuales, sobre todo las terapias contextuales o de tercera generación, especialmente la terapia de aceptación y compromiso, terapia integral de parejas y terapia dialéctica conductual.
Mientras que otros no mencionan como tales estos tratamientos y técnicas cognitivo-conductuales, o experienciales y emocionales, pues se trata de vender como una nueva terapia, algo que no es tal.
La práctica es muy sencilla, lo que hace que sea una técnica muy popularizada, pero como sacar provecho de ella es algo más complicado.
- Ponte cómodo, mejor sentado recto en un sillón, con los brazos y piernas apoyados y cuello ligeramente inclinado hacia adelante. En silencio y con luz a ser posible tenue.
- Lo más habitual y fácil es prestar atención a la respiración, como el aire entra y sale por la nariz, sin hacer nada más.
- Cuando la atención se distrae, aparecen contenidos en mentales, recuerdos, pensamientos, sensaciones corporales, imágenes. Observamos y describimos eso que está pasando.
- Dejamos ir poniendo pensamientos, emociones y sensaciones en nubes que lleva el viento, por ejemplo, pero hay muchas metáforas más que pueden aplicarse.
- Volvemos a atender la respiración, sin criticar ni juzgar nada, ni los contenidos que aparecen, ni a nosotros por dejar ir la atención.
Buena práctica a todos y sin obsesionarse. El objetivo es relativizar aquello que pasa por la mente y que a su vez provoca emociones poco agradables, y que son claramente desproporcionadas a lo que realmente ocurre.
Hay diferentes prácticas con el objetivo de ser consciente de aquello que hacemos, comer, ducharnos, andar, cocinar, cualquier actividad. Prestar atención solo a eso, en ese momento, sin ir con el piloto automático encendido.