La compasión podríamos definirla como la disposición a tratar a los demás amablemente, entender sus sentimientos, validar estos sentimientos en ellos y si es posible, ayudarles, trasladar en acciones nuestra amabilidad y comprensión con su sufrimiento
Hay personas con enorme capacidad de compasión y otras muy poco compasivas, dispuestas a culpar y criticar el sufrimiento de otros justificándolo, incluso con argumentos para mantener esta postura.
Las personas con poca compasión las vemos a menudo, incluso pueden calificarse a si mismas y ser calificadas por otros como honradas y buenas. La compasión y su contrario, que podría ser la indiferencia, siempre tienen argumentos para ser puestas en práctica.
Sin embargo, la compasión por uno mismo, la autocompasión, pocas veces se práctica. Nos tratamos con dureza, nos criticamos y devaluamos al mínimo error, no digamos ya si nos va mal en algún área vital importante para nosotros, podemos castigarnos impunemente y dejarnos la autoestima muy dañada.
Yo a mis clientes, les digo que se traten con más cariño, que se cuiden. Esto es la base de la autocompasión.
Es el reconocimiento del propio sufrimiento y responder a él amablemente, es tratarse con calidez, cuidado y amabilidad de la misma forma en que lo haríamos con quién amamos y tuviera el mismo dolor.
Es cierto que hay personas que ante el dolor de un ser querido también lo invalidan y son críticas, el daño que causan con esta forma de actuar es enorme.
Muchos encuentran amenazante la autocompasión porque supone debilidad, dejar de criticarse y castigarse implica para ellos que pueden caer en la indulgencia imperdonable de aceptar sus errores. Otros creen que da una imagen pobre de si mismos y se sienten avergonzados.
En el fondo está la culpa y la vergüenza adquiridos en experiencias tempranas, creencias inculcadas por estas experiencias que les impiden tratarse con cariño, porque a su vez no fueron tratados con cariño por los que tenían que habérselo dado.
La autocompasión es una forma de aumentar la autoestima y avanzar había una mayor felicidad.
Podemos aprender a tratarnos bien emocionalmente:
- Tomar conciencia del dolor:
Notar pensamientos, sentimientos, emociones, imágenes, sensaciones, recuerdos, presentes en el momento. No luchar ni evitarlos y expresarlo para nosotros mismos, esto es simbolizar a través del lenguaje. “Estoy triste, tengo miedo, siento vergüenza”
- Defusión de los juicios negativos:
Observar y nombrar desde esta postura del observador. Dejarlos estar, pero sin quedarnos atrapados por estos contenidos mentales y corporales.
- Actuar con amabilidad hacía uno mismo:
Somo humanos y por tanto cometemos errores. Del mismo modo esta sensación de imperfección, de torpeza, no es mía, es un mandato aprendido que me he creído.
- Acceder al niño que fuimos y que nos acompaña. Imaginar que le consolamos y abrazamos. Es posible que el miedo, la vergüenza, sean del niño, algo que se activa en ciertas situaciones y que nos hace reaccionar de forma automática.
- Cuidarnos física, mental y emocionalmente. Pasar tiempo de calidad con las personas que nos tratan bien. Cuidar el cuerpo y también como nos hablamos a nosotros mismos.
- Acariciarnos donde sentimos el dolor emocional.
- Validar el dolor. Aceptarlo como algo normal del ser humano. No invalidarlo llamándonos débiles.
- No compararnos con otros. Todo el mundo comete errores y sufre en algún momento, pero nos comparamos siempre en aquello donde nos sentimos defectuosos.
- Conectarnos con los demás. Decirnos “A nadie le importa”, hacernos preguntas sin respuesta “¿Por qué a mí?”, esto nos aísla y desconecta de los demás.
El dolor está porque percibimos una brecha entre lo que necesitamos y lo que está ocurriendo en realidad. Nos informa y nos contacta con lo que tenemos pendiente.
Nos dice que lo que necesitamos no lo estamos consiguiendo y tenemos que pararnos, cuidarnos y pensar cómo actuar.
El dolor nos conecta con lo que valoramos, por eso lo de estar bien a toda costa, es absurdo e incapacitante, es negar la realidad y la valiosa información de nuestras emociones.
Aprender de los errores y no castigarnos, y felicitarnos por lo que hacemos y nos sale bien, pero también por el esfuerzo y energía empleamos aunque el resultado no sea el esperado, es una buena forma de cuidarnos emocionalmente.