Como he expuesto en la forma de trabajo, el consejo es una estructura de colaboración centrada en los problemas del consultante. Elimina cualquier interpretación de enfermedad, considerándola una etiqueta que solo consigue estigmatizar y paralizar al consultante, como si fuera algo que ha contraído, y cuya solución no depende de lo que haga, sino de recetas externas, lo que, hoy en día, sabemos que no funciona. No obstante, si por el motivo que sea el consultante desea un diagnóstico clínico, se le proporcionará sin problemas, aunque puede que no haya nada diagnosticable, salvo los problemas por sí mismos como formas no adaptativas de afrontar lo que estamos viviendo.
La persona es una unidad orgánica constituida por ella misma con su mente y su cuerpo, por el ambiente en que vive y se relaciona, y por las acciones y las consecuencias de las mismas. La percepción del entorno, nuestro pensamiento y emoción, las acciones que emprendemos y las consecuencias de las mismas son todo uno. Así, todo comportamiento tiene un valor y una explicación, tiene un fin y por tanto una función.
La alianza entre consultor y consultante se basa en potenciar la acción para conseguir lo que realmente nos importa e ir donde queremos ir, hacia donde queremos dirigir nuestra vida.