La intolerancia a la incertidumbre es el origen de la mayoría de los sentimientos y sensaciones de desasosiego y ansiedad que experimentamos en nuestra vida.
Ante las situaciones de incertidumbre empezamos a preocuparnos como un intento de tener todo controlado y sentirnos a la vez seguros.
Ponemos en marcha dos estrategias, tener todo bajo control y sentirnos así seguros, y evitar las situaciones de incertidumbre en la medida de lo posible.
Es decir, por un lado, hacemos cosas para tener seguridad y control, y por otro lado evitamos y dejamos de hacer otras cosas para no tener incertidumbre.
Esta necesidad de control y seguridad para que la incertidumbre deje de causarnos malestar emocional y psicológico origina un bucle que multiplica la preocupación por el control y la seguridad.
Todo se convierte así en una amenaza, pues nunca tenemos suficiente control y seguridad, es un imposible, la vida por si misma es incertidumbre y es incontrolable, por lo que ante la amenaza percibida la ansiedad aumenta y lo hará más, cuanto más intentemos el control y la seguridad.
La evitación de la incertidumbre no solo limita las oportunidades que si merecen la pena, seguro que llevan una alta carga de incertidumbre, y lo que acabamos es limitando la vida.
No aprendemos a afrontar situaciones novedosas al evitarlas, por lo que, si aparece una situación nueva, es percibida como una amenaza y por lo tanto se dispara el sistema de alarma que es la ansiedad.
Por ello dos mitos o falacias, la del control y la de la evitación del malestar se convierten en trampas que ponemos en marcha y que acaban por encerrarnos, limitando nuestra vida y angustiados ante cualquier cambio que necesitamos afrontar.
Situaciones comunes que evitamos para reducir el miedo a la incertidumbre podrían ser:
– Evitar noticias y conversaciones sobre problemas y peligros.
– No implicarse en una relación porque el resultado es incierto.
– Encontrar razones, que siempre tendremos, para no esforzarse, pues será incómodo y no soportamos el malestar.
– Aplazar, ya que no estamos seguros del resultado y dudamos de si será correcto o no actuar.
Situaciones de búsqueda de control y seguridad:
- No delegar, por no estar seguro de si saldrá bien.
- Buscar enormes cantidades de información para hacer algo.
- Dudar de lo decidido, ya que nunca estaremos seguros del todo.
- Buscar tranquilización preguntando a otros constantemente.
- Conductas compulsivas para un fin, limpiar constantemente por su viene alguien a casa, tomar medicación por si me pongo nervioso.
- Comprobar repetidamente si he hecho algo correctamente con el fin de estar totalmente seguro.
- Sobreproteger a otros haciendo las cosas por ellos y así sentirnos seguros de que están bien hechas.
La evitación y el control llevan al empobrecimiento vital y el descontrol, originando serios problemas psicológicos y emocionales.
Para prevenir estos problemas recomendamos empezar a admitir cierto descontrol, desorden e inseguridad, y evitar de la evitación ante los cambios y la novedad en la vida cotidiana. Es muy probable que podamos así caminar más ligeros y con más confianza por la vida.