Ante los problemas de la vida, las personas nos esforzamos por:
- Cambiar la situación problemática.
- Cambiar nuestras reacciones a esta situación.
Los problemas son situaciones de la vida, presentes o anticipadas que exigen respuestas, pero estas no son eficaces.
Puede ser por:
- La incertidumbre de la situación
- Exigencias contrapuestas
- Falta de recursos para afrontar lo que ocurre
- La novedad de la situación, a la que no sabemos cómo afrontar
Surge así un desequilibrio entre la persona y la situación.
Las situaciones problemáticas pueden ser:
- Situaciones adversas, amenazas o castigos.
- Cambios en el ambiente que suponen la pérdida de algo o alguien importante que nos causa bienestar.
- Situaciones frustrantes que impiden que alcancemos nuestras metas.
- Conflictos con otras personas o con nosotros mismos.
La solución eficaz es la respuesta que permite alcanzar los objetivos, aumentar las consecuencias positivas y disminuir las negativas.
El estilo de afrontamiento de la persona ante las situaciones es fundamental:
- El estilo adaptativo consiste en la aplicación racional y planificada de ciertas habilidades.
- Los estilos desadaptativos son:
- Estilo impulsivo: Hacer lo primero que pasa por la cabeza sin pensar las consecuencias.
- Estilo evitativo: La pasividad y el aplazamiento.
La parte más importante para solucionar un problema es la orientación hacía el problema:
- Reconocer el problema de forma precisa.
- Considerar los problemas como parte normal de la vida, no como algo que no debería de ocurrir. Es un problema y si me esfuerzo tiene solución.
- Atribuir de forma correcta la causa del problema. Que me pasa.
- Considerar los problemas como desafíos no como catástrofes.
- Creer en nuestras posibilidades de ser eficaces.
- Puede ser complejo y difícil y por ello requerir más tiempo y esfuerzo para solucionarlo del que suelo emplear.
- Requiere el momento adecuado.
- Ser consciente y no actuar impulsivamente ni evitarlo.
- Pensar con calma.
El problema tiene que estar orientado y comprendido:
- Reconocerlo y definirlo.
- Causas y contexto en que aparece.
- Valorarlo en términos de nuestro bienestar.
- Percibirlo como algo a solucionar y que con esfuerzo podemos conseguirlo.
Se trata en definitiva de:
- Orientarnos al problema de forma eficaz.
- Disminuir la orientación negativa, no es una catástrofe ni es irresoluble.
- Mejorar las habilidades propias si es necesario.
- Mantener la calma y no evitar el problema.
A partir de este punto, con el problema definido y nuestra disposición a afrontarlo eficazmente, comienza la segunda fase del proceso de solución de problemas que consiste en idear soluciones posibles, valorarlas y elegir la más eficaz.
Cada parte de este proceso tiene técnicas para hacerlo más eficiente.
Elegida la solución, no dudemos y apliquémosla. Es probable que surjan nuevos problemas y volveremos a una orientación eficaz para afrontarlos, sin empezar a pensar que elegimos una solución poco correcta, ya que esto solo hará que dudemos de nosotros mismos, cuando resulta que hemos hecho lo mejor que estaba a nuestro alcance.