La existencia, el entorno, hacen al ser humano. La naturaleza humana es estar abierto al mundo para descubrir qué hacer con la vida que tenemos y estar abiertos a las posibilidades que se nos ofrecen.
Las emociones son los indicadores de cómo estamos respecto a lo que nos está pasando, como nos encontramos en el mundo en cada momento. Somos conscientes de ellas cuando su información es relevante para nosotros en ese momento concreto.
Nos movemos entre el presente, el ahora, y el horizonte de posibilidades que es lo que nos da sentido. Si este horizonte no tiene sentido, aparece la inseguridad o la preocupación por lo que podría pasar y por tanto la ansiedad, y si este futuro está obstruido por barreras a las que no encontramos una solución o empezamos a rumiar sobre lo que pasó, puede meternos a una situación depresiva.
La solución para la ansiedad y la depresión será la reorientación de nuestra vida, salir de nuestra auto observación y emprender el camino de la vida que necesitamos como horizonte valioso y única para cada uno.
La autoconciencia es la consciencia de nuestras experiencias vividas, nos indica como estamos respecto a lo que nos ocurre. Es automática y no necesitamos reflexionar sobre ella. Es lo que vivimos y nos hace conscientes y lúcidos.
Si tomamos como objeto de atención estos estamos de ánimo y emociones, nuestra autoconciencia se convierte en reflexiva y nos sirve para darnos cuenta de a que estamos reaccionando, si lo que sentimos es adecuado a lo que ocurre o es una falsa alarma determinada por experiencias anteriores o por interpretaciones erróneas de esto que está pasando.
Lo bueno de esta reflexión será determinar qué mensaje nos da lo que sentimos y cómo podemos actuar para seguir caminando hacía el horizonte que nos guía. Es lo que entendemos, nuestro razonamiento para resolver los problemas que se presentan.
Si nos contemplamos en exceso, llegamos a la hiperreflexividad o exceso de autoconciencia. Este excesivo centramiento en uno mismo altera nuestra relación con nosotros mismos y el mundo. Hacemos consciente lo que es automático y lo que antes nos ayudaba a resolver problemas, ahora es el problema. Esto es la rumia, la preocupación, la autoobservación enfermiza del cuerpo o de los pensamientos.
Esta hiperreflexibidad puede llevar a diferentes problemas psicológicos y emocionales, como problemas obsesivos con la imagen corporal que acaban desarrollando trastornos alimentarios. Sentir los pensamientos en determinada parte del cerebro o incluso como voces externas o alucinaciones auditivas y convertirse en un trastorno mental grave.
La autoatención dirigida a conseguir o evitar algo a toda costa y haciendo que lo es automático se convierta en consciente puede hacer que ocurra lo que queríamos evitar como una crisis de angustia o problemas sexuales por la observación centrada en las sensaciones corporales.
Las personas excesivamente focalizadas en sí mismas experimentan mayor afecto negativo y menor autoestima, justo lo contrario de lo que pretenden, ya que cualquier emoción incómoda es rechazada o evitada y quedan así desconectados de lo que es importante, de lo que estoy sintiendo en cada momento.
Estos tiempos en los que cada vez se predica más el autoconocimiento obsesivo, el pensar en positivo, el éxito individual a toda costa, están provocando cada vez más este autocentramiento y por ello más problemas emocionales.
Las terapias psicológicas que funcionan promueven, cada una de una forma, el desengancharse de uno mismo, tener flexibilidad psicológica para estar abierto a la experiencia, al mundo.