La ansiedad es una respuesta de alarma que implica a todo el organismo para hacer frente a una amenaza.
Casi siempre esta amenaza percibida por una persona no existe. Son los pensamientos de preocupación, hipótesis que hacemos para prevenir posibles catástrofes, lo que hace veamos peligros inexistentes y que en consecuencia nuestro organismo, mente y cuerpo como un todo, se ponga en modo lucha o huida para afrontar el supuesto peligro.
La incertidumbre, que es la vida misma, es vista como amenazante, algo malo va a suceder, será terrible y no podré afrontarlo.
En nuestras sociedades modernas, la percepción de amenaza se incrementa, contribuyen a ello los medios de comunicación, la política, la economía, la aglomeración urbana, el aislamiento, el alejarse de la naturaleza, entre otras cosas.
Vivimos estresados por el ambiente, la carga de trabajo, los horarios, y esto nos hace más vulnerables.
Así ante cualquier problema o solo con pensar en lo que puede suceder, se enciende la alarma, que implica:
Tensión muscular para huir o luchar
Respiración acelerada para obtener más oxigeno y enviar esta energía a los músculos
Aceleración cardiaca para bombear la sangre que lleva el oxigeno
Molestias digestivas y sequedad de boca y garganta, porque se paraliza la digestión, pues toda la energía es necesaria para los músculos.
Aceleración del pensamiento, que se vuelve confuso, con faltas de atención, ya que lo importante es afrontar el peligro inmediato.
Como consecuencia, del aumento de oxígeno, el pensamiento acelerado y la dilatación pupilar para ampliar el campo de visión, aparecen mareos, vértigo, inestabilidad.
Todo el proceso está automatizado, es veloz para permitirnos sobrevivir.
El tratamiento es un proceso complejo, que implica perder el miedo a la incertidumbre, concienciarse de que de la incertidumbre solo surgen en el peor caso, salvo catástrofes reales y pérdidas dolorosas, problemas a resolver; aprender técnicas de relajación para bajar la activación del sistema simpático y conectar con el parasimpático; poner a prueba las creencias de que preocuparse es útil y a la vez dañino; hacer lo necesario y conectar con lo que tiene valor para cada uno a pesar del miedo y de las sensaciones que sentimos; exponerse a los peores miedos de forma calculada y protegida por un profesional.
Cada persona vive el problema de ansiedad de forma distinta, pues su aprendizaje y su contexto son diferentes. Igualmente hay muchos problemas de este espectro de la ansiedad, como fobias, problemas obsesivos, agorafobia, ansiedad llamada generalizada, traumas.
Para conseguir esto hay cientos de técnicas probadas y eficaces, pero la mejor herramienta es el profesional que acompaña, guía y ayuda a la persona inmersa en el problema y este profesional solo puede ser un Psicólogo formado en Psicoterapia. Todo lo demás puede agravar el problema y además crear otros nuevos.