Las terapias contextuales las recuperaron de una larga tradición en psicología, que se remonta a los orígenes de esta. Siempre han estado presentes en alguna medida.
El mindfulness o atención plena es la conciencia de lo que ocurre aquí y ahora, en el momento presente, sin juzgar y sin evaluar, con curiosidad y aceptación de la experiencia.
Son enormemente útiles para facilitar la conciencia del yo observador o trascendente y conseguir la experiencia de experimentar los contenidos del yo, pensamientos, emociones, sensaciones, como simples contenidos de nuestro yo, lo que los relativiza y evita que actuemos fusionados con ellos. No somos nuestros pensamientos, emociones y sensaciones sino mucho más, consiguiendo que nuestras acciones sean las que queremos que sean, independientemente de los contenidos que estemos experimentando.
Clarifican nuestras acciones y nos permite comprenderlas mejor y poder entonces dirigirlas más adecuadamente.
El mindfulness puede desarrollarse en otras facetas, como la compasión con uno mismo y los demás, el perdón y como técnica de relajación muy potente.